lunes, 1 de noviembre de 2010

Cap.2 Hogwarts?

PROV Samantha Malfoy

-Lo volveré a intentar.-dijo Lily chasqueando los dedos y poniendo cara de concentración.
-Lily, llevas toda la tarde.-le repuse.
-Hazlo tu de nuevo, quiero ver.-me dijo.

Chasquee los dedos, imaginando una fría limonada, desapareciendo del refrigerador y llegando hasta mí. Cuando abrí los ojos, la limonada estaba enfrente de mí. La tomé y le dí un traguito. Lily me miraba atónita, y a la vez enojada.

-Lily, hago magia controlada desde que nos conocimos y hasta ahora quieres aprender, ¿por que?-le pregunté.
-Ya me va a llegar el turno de ir a Hogwarts y tu te vas a quedar aqui dos años más. ¿Por que no me enseñas y seré la más poderosa de primero?-me dijo.-Y cuando tu entres, te prometo que hablaré bien de ti aunque quedes en Slytherin con Scorpius.
-No sé, lo intento, pero solo me lo imagino y ya.-le dije dejándome caer al piso. No caí y me quede flotando a cinco centímetros de la alfombra completamente boca arriba.-Es diversión, no disciplina.

Lily se apartó el cabello rojo y extendió los brazos, para después dejarse caer. Me dio miedo y la sostuve como yo en el aire, tal vez un poco mas arriba. Las dos flotabamos.

-¿Lo hice?-me preguntó.-Oh, no, eres tú, ¿verdad? Suéltame.
-Está bien

Moví la mano y Lily cayó al suelo con un golpe seco. Se paro y me empujó con el pie, haciendo que rodara en el aire.

-Eres verdaderamente tonta Malfoy.-me dijo riendo y levantándome.
-Sólo una pequeña parte de lo que eres tú.-le dije riendo.

Bien, aunque sólo tenía ocho años, casi nueve, toda la poca vida que llevaba, sabía hacer magia. Quería una limonada aparecía. Quería volar, volaba. No era ciencia. Solo querer. Pero ahora que Lily ya tenía casi once, tenía que prepararse para el colegio. Lily era la más pequeña de los Potter y ya no me quedaría nadie con quien divertirme, Ojala y me mandaran también a mí la carta.
Dos lechuzas entraron como balas a traves de la ventana abierta y Lily comenzó a chillar, intentándolas atrapar para sacarles las cartas de las patas, pero las lechuzas se asustaron y comenzaron a revolotear en círculos.
Las congélé y Lily tomó las cartas.

-Esta es para ti.-me dijo dándome una en tinta verde.-Y esta es la mía de Hogwarts, se lo contaré a papá.

Lily salió corriendo escaleras abajo y yo miré mi carta. Decía algo por el estilo:

Samantha Malfoy
Mansión de los Malfoy.
Cuarto de arriba.

Señorita Samantha:
Hemos tenido informes de que usted emplea magia controlada para satizfacer sus necesidades tales como agua, comida, etc. Si usted fuera estudiante de Hogwarts, la hubieramos expulsado, pero nos llamó la atención de que usted cuenta con ocho años y no ha empezado aún el colegio. Así que dadas las circunsancias y al no poder esperar más para mandarla a controlar sus poderes, hemos hecho un arreglo en Hogwarts en el cual usted entrara antes, y se le ha asignado a la señorita Lily Potter al señor Hugo Weasley y a sus hermanos, cuidarla y establecerla en un ambiente agradable en el colegio. Así que le adjuntamos una carta de primer año de Hogwarts por la directora Mc Gonagall. Así mismo le advertimos que usted terminará la escuela a los quince años, por lo tanto, aunque haya terminado, no podrá usar magia ya que no ha cumplido la mayoría de edad.
Atentamente
Mafalda H.

Me quedé con la boca abierta como diez minutos, hasta que a Lily y a Albus se les ocurrió venir a verme.

-¿Que decía la tuya Sam?-me preguntó Albus.
-Creo que entraré contigo Lily.-le dije tragando saliva y enseñándoles la carta.

En medio minuto, ya tenía a toda la familia Potter, la Weasley y la mía encima de la carta. Me escabullí hacia el prado de atrás. Me acosté sobre el pasto sin importarme la túnica carísima que vestía y rodé pradera abajo, unos siete u ocho kilómetros. Seguí rodando hasta que tropezé con una piedra. La quité del camino y me levanté. Ya ni siquiera veía mi casa y estaba muy pero que muy confundida. La mansión estaba en la cima de una montaña llena de pasto suave y al parecer la había atravesado toda hasta quedar abajo, en lo que parecía un bosquecillo de árboles muy pegados. Me interné en el bosque y sentí la necesidad de subirme a cualquier árbol. Era muy buena trepando y me encarme al más nudoso y de tronco más ancho. Al llegar a la cima, toqué madera con la cabeza. Reprimiendo un grito la empujé hacia arriba, pensando que tal vez fuera una trampa. Pero la madera se abrió hacia arriba e ingresé a una mini chocita. Al parecer, según los dibujos que Hermione Granger me había enseñado, era una casa del árbol. Era una estancia grande, toda de madera y podía estar parada sin pegarme en el techo de madera. Pero a diferencia de los dibujos, esta casa a parte de las paredes lijadas y barnizadas, no tenía nada. Moví el brazo y aparecío un ventanal bonito, de esos grandísimos que abajo tienen un tipo sillon para recargarse. Le puse unos colchones azules y del otro lado puse un sillón blanco y una mesita de cristal a lado, con un plato lleno de margaritas y arriba del sillón, colgado de la pared de madera, un cuadro de cocos. Me estaba divirtiendo amueblando algo que no era mio con sillones que de quien sabe donde estaban desapareciendo. En frente del sillon puse una chimenea con fotos de mi familia, los Potter y los Weasley sobre de ella. En el otro lado puse una repisa llena de libros de magia y unos puffs para sentarse. Le di un ultimo toque pintando las paredes de blanco.
La cabaña--->

Me la pasé leyendo hechizos y cosas por el estilo hasta que anocheció y me fui a casa. Cuando abrí la puerta de mi habitación, ahí estaban todos reunidos con cara de fastidio, como si me hubieran estado esperando desde hace horas. Luego me vieron y se sorprendieron. Papá agitó su varita y todo quedó oscuro. Y de repente, la luz se prendió, y varios globos volaron. Una gran manta decia "Felicidades Sam y Lily por entrar A Hogwarts" Al parecer Lily no estaba enojada. Disfruté de la fiesta tanto como pude. Las vacacciones se me pasaron volando. De repente Lily y yo ya teníamos varitas. Ella de fresno y corazón de dragón y yo de cerezo y pelo de unicornio combinado con una pluma de fénix, una combinación que Ollivanders inventó, pero que a nadie le sivió...hasta mí. A Lily le compraron una bonita lechuza, Smidt, de color castaño, mientras que a mí, un gatito pequeñisimo y blanco, le puse Midday. Parecía que habia pasado una eternidad, cuando me acosté en mi cama, un día antes del comienzo del curso...

sábado, 30 de octubre de 2010

Capítulo 1. El juicio

Hola, pues esta es mas o menos la secuela de Harry Potter, pero tomando como centro a los Malfoy. Empezaré dos días después de que acaba toda la guerra y eso. Publicaré todos los sábados y/o Domingos
Atte: Samantha
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PROV' Draco Malfoy

Me senté en una silla metálica junto con mi padre y mi madre. Unas cadenas cobraron vida y nos amarraron fuertemente. Miré al otro lado de la sala, donde Potter estaba sentado junto con la chica Weasley. Los dos estaban en cómodas butacas y ellos todavía llevaban sus varitas encima.

-Bien.-sonó una voz fría.- Se les acusa de aliación con El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado y de atentación contra la vida de Harry James Potter. ¿Tienen algo que decir?

-Nosotros lo ayudamos.-mustió mi madre.-Lo ayudamos, en serio.

-¿Harry?-sonó la voz fría y no me cupo duda que ése era otro fan de Potter. Creo que ya no había nadie en el mundo que no lo amara.

Potter se levantó forzosamente de la butaca con ayuda de la Weasley. Se acomodó bien las gafas y luego contestó.

-Sí, señoría.-dijo con su odiosa voz.- La señora Malfoy le mintió a Voldemort sobre de que yo estaba muerto cuando en realidad estaba vivo. Se lo agradezco

Potter inclinó la cabezota hacia mi madre y cuando ví que ella sonreía tuve ganas de gritar. Se suponía que yo sería el héroe, no Potter, cuando el Señor Tenebroso tirunfara. Me aguanté las ganas y seguí mirando al frente.

-Bueno, debemos deliberar. Por un lado está el ferviente apoyo en público a Ya-saben-quién, pero también está la repentina ayuda al señor Potter.

Los del Wizengamot juntaron las cabezas, lo que les costó bastantito, ya que eran como trescientos. Contuve las ganas de reírme cuando los más viejos soltaron quejidos cuando al agacharse les tronaba todo el esqueleto. Luego se retiraron a sus asientos y el mago de la voz fría habló.

-Los que estén a favor de cadena perpetua en Azkaban.

Me asusté cuando unos diez o venite levantaron la mano, pero luego recordé que eran más. Me relajé en mi asiento y las cadenas tintinearon.

-Los que estén a favor de la absolción de los cargos.

Unos doscientos magos levantaron el brazo y respiré tranquilo. Las cadenas se soltaron y nos pudimos levantar mientras el mago nos declaraba absueltos. Luego salimos de la sala, seguidos por Potter y Weasley. Le susurré algo a mi madre y me aparté hasta que Potter pasó.

-¿Puedo hablar contigo?-dije intentando sonar cortés.

Potter le hizo una seña a Weasley de que siguiera y se apartó. Nos quedamos en una esquina.

-¿Por que lo hiciste?-le dije.-Hubieras podido mandarnos a la cárcel si quisieras.
-Yo no miento Malfoy.-dijo él cerrando los puños y las cicatrices de Umbridge brillaron.
-Pues, mira, lo cierto es que no te tengo ninguna estima, pero espero que podamos llevarnos cordial ¿Sí? Un descanso.-le dije sin creer que hubiera caído tan bajo.
-Está bien.-contestó.
-Gracias.-le dije y cuando me voltee, Potter alzó la mano.
Comprendí lo que quería hacer y no con cierto disgusto, alcé la mano también y se la estreché. Luego los dos nos separamos y cada quién se fue por su lado.

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Diecinueve años después. p.d.(agregue un personaje)

Estaba en el andén con Scorpius, mientras mi hija menor, Samantha, sollozaba colgada del carrito de su hermano.
-Yo quiero ir.-dijo ella.-Scor, méteme en el baúl.
-Lo haría, pero ya no hay espacio.-alardeó Scorpius.
-Bueno, te veré ahí cuando cumpla once.-dijo Sam mientras soltaba el carrito.
-Apenas tienes siete. Faltan cuatro años, jaja.-se rió Scorpius.
-Niños.-los reprendió Pam mientras pasábamos la barrera.

Había conocido a Pam en un el ministerio. Sí, aunque no lo pareciera, ahora era jefe de Seguridad Mágica y todo gracias a Potter. Creo que le debía mucho en la vida. Aunque no se podría decir que eramos amigos, por lo menos yo había superado mi odio. Hasta me había invitado a su boda con Ginny Weasley. A través del humo, lo alcancé a ver de refilón, con los Weasley y los dos hijos más pequeños. Subí a Scorpius al adén, el cual desaparecío después de unos instantes. Cuando logré ver, estaba invitando a pasar a la chica de los Weasley y al hijo de Potter a su compartimiento. El chico de Potter se veía realmente mareado. Samantha corrió a saludar a su hermano mientras se iba y la perdí de vista. Me acerqué a Harry y a Ginny y los saludé, mientras los demás Weasley se iban con su hijo menor.

-Señor Potter.-dije pomposamente mientras estiraba la mano.
-Señor Malfoy.-me dijo meintras me la tendía también.

Nos echamos a reír en medio del saludo, de tan raro que se veía ahora que no estabamos en el ministerio. Pam se acercó a hablar con Ginny y escuché retazos de información sobre que la bajista de las brujas de Macbeth estaba de vacacciones en Hawaii.

-¿Cómo te va?-le dije.
-Bien, bien, tu sabes, me espera un día lleno de lloriqueos de Lily por no ir a Hogwarts.
-Tu sabes bien que a mí igual. Samantha no para ni un momento. Ahí viene. Y esa es Lily ¿no?-dije señalando a dos pequeñas niñas que caminaban furiosas.

-Ojalá y que se pongan el sombrero y les diga que no son magos.-dijo Samantha con amargura.
-Sería chistoso verlos regresar con cara de no soy mago.-se rió Lily.
-Papá, puedo invitar a Lily a jugar quiditch? Sí?-preguntó Samantha.
-Sí, por favor.-saltó Lily.
-Por mí no hay problema.-respondí mirando a Potter.
-Sólo si aceptan un reto.-les dijo Potter.-Adultos contra niños. Ginny, Draco, Pam y yo contra ustedes dos.
-Aceptamos.-dijeron las niñas riendo.

Me preparé para lo que sería un año muy movidito.

domingo, 24 de octubre de 2010